AMBIENTE, COMODIDAD Y MENSTRUACIÓN

Por: Adriana Lechuga – 23/julio/2024

Seguramente has visto ese objeto pequeño y curioso, hecho de silicon, en forma de copa y alargado, algunas veces con un “palito” al final, que a simple vista te puede parecer innecesario. ¿Cierto? La primera vez que vi la copa menstrual, pensé, ¿cómo es que voy a meter esto en mi cuerpo?, más aún, ¿cómo lo voy a sacar de mi cuerpo, lleno de sangre?, ¿será cómodo?; seis años después, te puedo decir que es uno de los mejores cambios que he hecho pensando en el medio ambiente y que seguí usando porque dejé de sentir que todo el tiempo traía puesto un pañal.

Hagamos cuentas…

Un paquete de toallas femeninas cuesta unos $200 pesos con 28 piezas, si promediamos 4 toallas diarias, por 5 días de menstruación, es casi un paquete por periodo, lo que al año son $2.400 pesos aproximadamente, por otro lado, la copa menstrual oscila entre $350 y $600 pesos, con una duración de 3 a 10 años, ¿económicamente, que opción te conviene más? 

Ahora, si desde donde yo lo veo conviene tanto, ¿por qué solo el 27% de las mujeres conocedoras de la copa, la ha probado alguna vez? 

“Es un producto que existe desde hace más de 80 años”

A través del tiempo, hemos encontrado diferentes métodos de absorción del flujo menstrual, unos menos cómodos que otros. En las copas menstruales, el primer antecedente fue un saco de goma, con un anillo de caucho, oro, plata u otros materiales, el cual rodeaba el cuello uterino y sujetaba el saco, a este se le unía un alambre que recorría el canal vaginal hasta salir a una almohadilla colocada en la parte baja del abdomen, y toda la estructura era sujetada por un cinturón. 

Fue hasta 1937 que la estadounidense Leona W. Chalmers patentó la primera copa hecha con caucho vulcanizado, modelo que comenzó a comercializarse a través de la compañía Tassette Inc. y fue el primer producto menstrual en anunciarse a través de la radio en EE. UU., pero, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el material escaseó y sumado con el tabú sobre la manipulación de las partes íntimas de la mujer de esa época, fueron factores para que dejara de producirse y en 1963 la compañía la retiró del mercado. 

Finalmente, en los años 90 y principios de los 2000, se fabricó la primera copa de silicona, actualmente silicona de grado médico, pero, hasta el 2012 comenzó a tener un crecimiento en el mercado, siendo España, Suecia, Chile, México y Argentina los países que presentaron mayor interés.

En 2018 una estudiante de la Universidad de Barcelona, en su investigación “La Revolución de la copa menstrual” mencionó que las principales barreras en mujeres de 35 a 39 años para usar la copa menstrual, era la preferencia de los productos que ya usan, y en mujeres de 15 a 19 años la incomodidad en el momento de ponerla y el pudor de introducir en su cuerpo algún objeto, y es que sí, al inicio te cuesta un poco entender la mecánica de introducirla y extraerla.

Y es que, por mucho tiempo se consideró que la menstruación era algo sucio, pero no, el flujo menstrual es rico en nutrientes, minerales y en células madre (UNICEF, 2024) .

Lo cierto es que a pesar de la información y el acceso que se tiene a ella, sigue siendo un tabú, pero, piénsalo de esta manera, usar la copa menstrual puede significar el inicio o la continuación de conectar con tu propio cuerpo, solo es cuestión de que lo intentes.

Fuente: Wikipedia contributors. (s/f). Copa menstrual. Wikipedia, The Free Encyclopedia. || García A. (2018), “La Revolución de la Copa Menstrual”, Investigación del mercado de la higiene menstrual, Facultat d’Economia i Empresa de la Universitat de Barcelona.