Por: Yuri Tapia Ando – 6/agosto/2025
El 6 de agosto es un fecha que todos debemos tener presente. No se trata de un solo país, se trata de un acontecimiento que cambió el mundo para siempre, trayendo dolor y sufrimiento a una nación entera.
Este año se conmemoran 80 años de la primera vez que se detonó una bomba atómica en el mundo, siendo Hiroshima, Japón el desafortunado en vivir esta pesadilla.

A pesar de ser una fecha que no debería olvidarse, muchas personas no la llevan presente, sin embargo, aunque este hecho haya ocurrido al otro lado del mundo, conlleva un mensaje que debería ser compartido para que la humanidad recuerde lo que el odio y la guerra traen consigo.
No necesitamos ser japoneses para entender que el dolor que esta bomba Little Boy, causó, no debería repetirse jamás, a pesar de que, tres días después de la primera detonación, el 9 de agosto, se llevara a cabo la detonación de la segunda bomba, Fat Man, en Nagasaki, a unos 421 kilómetros más al sur del país nipón.
Hoy, el mundo sigue amenazado en volver a experimentar un acontecimiento similar. No hemos aprendido nada. El mundo se está cayendo y los malos siguen ganando a los buenos.
Guerras en medio oriente, miles de vidas inocentes perdidas, niños sufriendo. Violencia en todos lados, en nuestro propio país, en nuestra propia ciudad, robos, violaciones, y miles de cosas que pasan en este mundo. ¿En donde está la paz?
Volteemos al pasado, a ese fatídico 6 de agosto, volvamos a esa mañana y leamos los artículos, veamos documentales, escuchemos testimonios y veamos ilustraciones de aquel día. Y hagamos consciencia. El mundo no debería ser un lugar de dolor.
No solo hagamos un llamado a la paz y al desarme nuclear, seamos nosotros quienes hagamos esa paz.
«Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria, que haya paz en el mundo».
