LA QUÍMICA DEL AMOR

Por: Charlie Sanroman – 7/mayo/2025

Los poetas nos deleitan con sus escritos de amor, los autores sus melodiosas canciones, ambos contando el más maravilloso de los sentimientos desde todos los ángulos y con variados matices, pero dentro de la química también hay mucho que decir al respecto.

La química del amor es una expresión acertada, es una cascada de reacciones emocionales, hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan).

Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y explican buena parte de los signos de enamoramiento, porque cuando encontramos a la persona que cubre gran parte de nuestras expectativas, se dispara la señal de alarma en nuestro sistema nervioso e inmediatamente se intensifica la producción de adrenalina, el corazón nos late más deprisa, la presión arterial sube, tenemos sensaciones gratas en el estómago, que relacionamos comúnmente como mariposas revoloteando, y nos sentimos nerviosos pero felices.

Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos sido afortunadas en percibir alguna vez, son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen sentir casi a todos lo mismo, aunque sintamos que nuestro amor es único en el mundo.

El amor es como una enfermedad, tiene sus pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción, en esa telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. Todo es impulso y oleaje químico, es en donde se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y por supuesto, el enamoramiento.  El organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco vibrante de nudos y cuerdas. A velocidades de vértigo las órdenes suceden: la dilatación, secreción, erección, todo es urgente, efervescente, aquí ni la fuerza de voluntad o intelecto manda, es el reino del siento y luego existo, de la carne, las atracciones; en este territorio la razón es una intrusa.

Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos y toda esa locura de la pasión se va desvaneciendo gradualmente, la fase de atracción no perdura, pero entonces una segunda fase comienza, y que podemos denominar de pertenencia, dando paso a un amor más sosegado, un sentimiento de seguridad, comodidad y paz, una nueva etapa de apego, por ello se sufre tanto al perder al ser querido, pues dejamos de recibir la dosis diaria de sus atenciones, cariño, etc.

Para conservar la pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales, como, convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc., hacemos lo imposible por mantenernos dentro de esa relación que nos brinda bienestar, luchamos por ligar esos intereses comunes y empatía o de lo contrario nos sentiremos menos enamorados y tendremos una bajada fea hasta llegar a la insatisfacción, la frustración, separación e incluso el odio.

Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado.

Antífanes -388-311 a. C.-, comediógrafo griego

Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH, EE.UU.) – Publica investigaciones sobre cómo las sustancias químicas del cerebro afectan nuestras emociones y comportamientos, incluyendo el amor y el apego.

Psychology Today – Plataforma con artículos de expertos en psicología y neurociencia, muchos de los cuales exploran el papel de la química cerebral en las relaciones amorosas.